Aseos públicos 🚽

No hay discusión. Es uno de esos lugares que todos evitamos visitar si no es realmente imprescindible.

Aunque con los años fueron mejorando, pocas veces salimos de ellos otorgándoles buena calificación. Y es que siempre hay alguna pega.

¿Conoces ese momento en el que el sensor de la luz del wc te deja a oscuras justo cuando estás en semi cuclillas trabajando los cuádriceps para no sentarte sobre todos aquellos salpicones? Si tienes las manos libres, quizá puedas estirar y agitar un brazo, ¡pero no sería la primera vez que me tocó elevar el tronco y hacer un movimiento de cabeza para volver a activarlo! 

Otra perla son aquellos aseos en los que te obligan a coger el papel WC antes de entrar cuando aún no sabes cuánto vas a necesitar, omito detalles. Por no hablar de aquellos en los que a la entrada una persona te cortaba y te daba ella misma un trozo de papel. ¡Espero que eso haya dejado de existir!

La tarea de lavarse las manos tampoco suele ser la más sencilla. Los grifos de los lavabos con sensor a menudo son bastante estresantes, mis favoritos son esos que requieren de toda una coreografía de movimiento manual de acá para allá bajo el grifo durante un buen rato hasta que por fin aparece el ansiado chorro de agua, que por supuesto pronto te obligará a repetir el numerito. A veces miro a mi alrededor temiendo ser vista, espero no ser la única a la que le pasan estas cosas..

Están los grifos de pulsar que duran ná y tienes que estar pulsando una y otra vez para terminar de aclararte.

Los que salen con fuerza descomunal y te ponen perdida de agua.

Y los que no te regalan más que un miserable hilillo de agua y te obligan a mudarte al contiguo. O quizá a marcharte sin terminar de aclararte el jabón.

Hacer pis en invierno es una auténtica agonía. Por supuesto no te quieres sentar ahí, así que toca realizar mil maniobras para sujetar el abrigo y demás ropajes durante la maniobra para evitar que se mojen. Además de eso, el bolso te lo has colgado del cuello porque no hay ganchos para colgarlo. Y dale, que se se viene hacia adelante continuamente y se queda balanceando ante tus narices. ¿Llevabas bufanda? Cuánto lo siento… 😰

Además de la posición en semi cuclillas, hay que mantener las rodillas separadas en tensión para evitar que el pantalón se escurra hasta los pies y se moje con los charcos del suelo que a veces me resisto a creer que sean de pis. Es pleno invierno, pero sales de ahí sudando la gota gorda.

Los secadores de manos me hacen salir corriendo, soy de las que se secan las manos en los pantalones, pero más de una vez pasé por error por delante del secador y se activó dándome un susto de muerte. ¡Exijo un silenciador para los secadores de manos!

El jabón. Antes de la pandemia con frecuencia no había jabón disponible, pero desde entonces parece que se han puesto las pilas y no suele faltar. Espero que cuando todo esto termine, no vuelvan a racanear con él.

Por contra, la pandemia ha incrementado la mala costumbre de no tirar de la cadena (je, seguimos diciendo cadena cuando ya casi están extintas). Nadie quiere tocar más objetos de la cuenta y dejan allí el regalito para el siguiente visitante.

Las puertas. Tantas con el cerrojo estropeado o en su lugar un agujero redondo taponado con papel higiénico. Ya tenemos un extra a los malabares anteriormente descritos: hacer pis extendiendo un pie o la mano para hacer de tope en la puerta.

El tamaño. Que a veces sí importa. Muchas veces tienes que hacer maniobras para entrar por su reducido tamaño. Si tu bolso es grande y además venías de compras, tarea imposible.

Por su puesto están las veces que has renunciado a entrar porque aquello presentaba un aspecto lamentable.

Conocido también el peregrinaje de puerta en puerta en los aseos múltiples hasta encontrar uno medio decente.

O esas largas colas que te ha tocado esperar.

Claro, que también hay aseos en lugares idílicos a los que se les puede perdonar casi todo 😍

Y por último, ese rizar el rizo imposible para mí… 

¡Nunca he podido entender cómo hacen algunas mujeres para atender al móvil mientras están a la faena!

Se admiten aportaciones, sobre todo masculinas, que ese terreno no lo tengo explorado  😆